ÓLEO S/LIENZO ENMARCADO, CÍRCULO DE ALONSO DEL ARCO, S. XVII (MADRID 1635-1704). VIRGEN DE LA PALOMA. DIM.- 119X93 CMS CON MARCO.
119x93 CMS MIDIENDO EL MARCO Y 105x78 CMS EL LIENZO.
MUY BIEN ENMARCADO.
HA SIDO RESTAURADA POR EL PRESTIGIOSO RESTAURADOR AGUSTÍN MÉNDEZ MANZANO.
GRAN CALIDAD, ÉPOCA Y VALOR.
IDEAL PARA MUSEO, CULTO RELIGIOSO O PARA INVERSORES EN ARTE.
EN CUANTO A SU ESTADO, ME REMITO A LAS FOTOGRAFÍAS. EN BUEN ESTADO, A PESAR DE SU ALTA ÉPOCA.
La Virgen de la Paloma es toda una institución en Madrid.
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Es la virgen que de facto es considerada la Patrona popular de Madrid, lo que contrasta con la Virgen de la Almudena, la Patrona oficial de Madrid.
Es la de más moderna presencia entre las vírgenes vinculadas a Madrid.
Pues la historia de la Virgen de la Paloma se remonta tan sólo al siglo XVIII.
Cuando, según la leyenda, fue encontrado un lienzo representando a un mujer con ropas monjiles, con un rosario en las manos, entre un montón de leña ubicado en un corralón.
La imagen de la Virgen es un cuadro en lugar de la tradicional talla.
El cuadro se encuentra en el centro de un retablo situado en la Parroquia de la Virgen de la Paloma y de San Pedro el Real, situada en el número 19 de la calle de la Paloma, teniendo también otra entrada por la calle de Toledo.
Según un informe escrito en 1791 por el marqués de Casa García Postigo, alcalde de Madrid, el lienzo, que representa a Nuestra Señora de la Soledad, fue encontrado o regalado a unos niños para que jugaran con él en un solar contiguo a la Calle de la Paloma.
Habitaba en esta Doña Isabel Tintero, quien viendo la escena lo recuperó, limpió, enmarcó y colocó en el portal de su casa.
La veneración que le profesaba Tintero a la imagen se amplió con fervor a los vecinos del lugar.
Dice el mencionado informe:
“… Resulta que la expresada Isabel Tintero, mujer de Diego Charco, de ejercicio cochero, viendo a principios del año 1787 que unos muchachos llevaran arrastrando como por juguete un lienzo de Ntra. Sra. de la Soledad.
Lo arrebató de las manos de aquellos, lo hizo retocar y lo colocó en marzo del propio año en el portal de su misma casa.
Y esmerándose en su culto, le ha promovido con tanto fervor que ha conseguido extender su particular devoción.
De modo que se hallan alumbrándola varios faroles y lámpara a expensas de personas de primera clase, además de las muchas velas que la devoción de los fieles la presentan, reconocidos a los singulares beneficios que dicen haber conseguido ellos por intercesión de esta su Poderosa Madre.
Y en señal de este reconocimiento se ven las paredes de la actual Capillita llenas de presentallas. (…)
A impulsos de esta devoción se reza el Rosario todas las noches ante esta santa Imagen, cubriendo el Concurso gran parte de la calle…”
Pronto corrió la voz de que esta Virgen era milagrosa.
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La reina María Luisa (esposa de Carlos IV de España), teniendo gravemente enfermo a uno de sus hijos, encomendó la salud de éste a la Virgen de la Paloma.
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Y como sanase, acudió a la capilla con las damas de su séquito, a donar a la Virgen como exvoto el traje más rico del infante.
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Y mandó que a partir de entonces el gasto de iluminación de la capilla corriese por cuenta de palacio.
Ni que decir tiene que este milagro acabó convirtiendo la capilla de la Virgen de la Paloma en una institución de lo más castizo.
No había pareja de novios en el Madrid popular que no pasase por la capilla de la Virgen para que ésta bendijese su matrimonio, ni madre que no fuese a presentar a la Virgen de la Paloma su hijo recién nacido.
La capilla se hizo pequeña y fue preciso construir una iglesia.
Fue también María Isabel quien recogió las limosnas para su construcción, que tuvo lugar en 1795, dirigiendo la obra Francisco Sánchez, discípulo de Ventura Rodríguez.
Con esta iglesia el culto a la Virgen de la Paloma acabó de tener un carácter oficial.
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La tradición en torno a la primitiva capilla quedó magistralmente retratada en la zarzuela “La verbena de la Paloma”.
Cuando se produce la invasión francesa, es la propia Isabel quien esconde el cuadro y las joyas de la Virgen durante la ocupación.
Isabel muere en 1813 y aunque su deseo era ser enterrada en la capilla, no se consiguió el permiso y fue enterrada en el cementerio de San Isidro.
Durante la Segunda República y ante el temor de que la parroquia corriese la misma suerte que otras iglesias, se retiro el cuadro de la Virgen de la Paloma y en su lugar se coloco una copia.
Al estallar la Guerra Civil, Pedro Labiana, presidente de la junta parroquial traslado su domicilio a la Calle de Altamirano y allí guardó el cuadro original dentro del cabecero de una cama.
En el mes de noviembre de 1936 la casa sufría un duro bombardeo que obligó a esconder mejor el cuadro y, por ello, fue llevado a los sótanos de una farmacia de la Glorieta de San Bernardo, propiedad de unos parientes de la familia.
Allí permaneció más de dos años, hasta que, finalizada la guerra, fue devuelta la pintura a la parroquia, el 15 de agosto de 1939; aunque el marco y la custodia de oro y brillantes no regresaron nunca.
Podemos añadir, como curiosidad, que la copia del cuadro dejada en el lugar de la pintura verdadera, también fue guardada por un zapatero del barrio, creyendo que se trataba de la autentica y estuvo escondida durante toda la guerra.
En 1943, Antonio Velasco Zarzo, cronista de la Villa y Corte escribió que la Paloma era “el vivo retrato de una monjita profesa en un convento de Burgos a mediados del siglo XVI”, que habría sido beatificada.
Su versión ha alcanzado una gran popularidad, sin que nadie se haya preguntado en qué se fundó Velasco Zarzo para sostener esa teoría, ni como se llamaba la mencionada beata muerta en un convento de Burgos hace 400 años.
Las más recientes investigaciones, sin embargo, se encaminan en varios sentidos diversos.
Por un lado, hay investigadores que apuntan que la imagen sería obra de uno de los más grandes pintores del barroco español, junto con Diego Velázquez: Alonso Cano, o al menos uno de los discípulos de su taller.
SALUDOS.