CAMISETA MANGA LARGA.PRENDA DEPORTIVA GENUINA DE LOS AÑOS 80.IMPOSIBLE ENCONTRARLA EN TAN BUEN ESTADO Y DE AQUELLA ÉPOCA.FABRICADA Y CREADA BAJO MARCA Y LICENCIA DE MARIANO HARO, BECERRIL DE CAMPOS, PALENCIA, TALLA 7, COLORES ROJO Y AZUL OSCURO. MEDIDAS APROX: AXILAS 45 CM. LARGO 69 CM.PRENDA PARA PERSONA DELGADA.A ESTRENAR.MIREN FOTOSNOTA:Nació en 1940, en Valladolid, en una familia humilde, de muchos hijos, pero se le considera de Becerril de Campos , en Palencia. (Hoy, el polideportivo del pueblo lleva su nombre). Su imagen es la de un castellano de la dura posguerra: noble, parco de palabras, como un personaje de las novelas de Delibes; un símbolo de la Tierra de Campos.Su padre, albañil, ya había sido atleta. Mariano comenzó pronto a correr: no hacía footing ni jogging (en aquellos años, no sabíamos qué era eso); simplemente, corría. Corría, en medio del campo, por caminos llenos de piedras; a veces, llevando de la mano la bicicleta, para entrenarse: así, los 15 kilómetros que le separaban de su trabajo, en una azucarera, en Monzón de Campos.Pronto comenzó a participar en carreras (que entonces se llamaban «pedestres»). A los 19 años, la primera, del Frente de Juventudes. Lo recuerda con humor: «Nos dijeron que nos llevaban en una furgoneta y nos daban de comer. Nos pareció bien, a algunos amigos: pensábamos correr un poco y, luego, retirarnos. Me asombré el ver a los corredores con chándal. Yo llevaba una camiseta y un pantaloncito, que me había hecho mi madre. Resultó que yo iba el primero, cuando me dijeron que sólo faltaban quinientos metros. Pensé que tenía que correr más...» Así ganó, por primera vez. Luego, pasó a entrenarse en la sección deportiva de Educación y Descanso palentina. Por eso le han llamado «el último atleta español en blanco y negro».Estuvo en activo dos décadas, del sesenta al ochenta. («Ahora —dice— los atletas no aguantan tanto»). Corría pruebas de fondo, medio fondo y campo a través. Su palmarés impresiona: 27 veces campeón de España; cuatro, subcampeón del mundo de cross, de 1972 a 1975; participó en tres Olimpiadas... Y eso que su falta de sprint, de velocidad final, le privó de ganar muchas carreras que parecía dominar: por eso le compararon con el ciclista Poulidor...Batió el record de una prueba peculiar, dar cien veces la vuelta a una Plaza de Toros, unos diez kilómetros: en la de Tolosa, en 1977, lo hizo en 29'37''. Su marca ha permanecido imbatida hasta el 2011.También hacía su ruta por las ferias de los pueblos, para ganarse honradamente la vida. Cuenta la leyenda que, en ocasiones, corría dos carreras en el mismo día, mañana y tarde. Lo más que llegó a conseguir fue un premio de 60.000 pesetas (más una beca mensual de 24.000). «Ahora —comenta con melancolía— yo podría valer dos mil millones».También ganaba los premios de las carreras, en pueblos y ciudades: una lavadora, una nevera, una estufa, una escopeta.... «Teníamos que vender los regalos para seguir viviendo. Si algo valía veinte mil, te daban diez mil y se acabó. Un día, mi hermano Pepe y yo ganamos dos pavos...»Su momento de mayor gloria llegó en la Olimpiada de Munich de 1972, en la final de diez mil metros. Tomó el mando del pelotón Mariano, con el número 169, camiseta roja y expresión de esfuerzo. «Salí dispuesto a llevarme una medalla. Tiré tan fuerte que me dolían los músculos. El finlandés Lasse Viren se cayó, le sacamos cuarenta metros; sorprendentemente, se recuperó y nos ganó: al belga Puttemans, al etíope Yifter y a mí. Fui cuarto, con la quinta mejor marca de todos los tiempos. Yo le ganaba siempre a Viren en su país. Creí que corría así por dinero. Luego entendí que se había dopado: se hacía transfusiones de sangre. Él se llevó la gloria, el oro y el dinero. Eso no se puede consentir».Se retiró en 1981. Ha sido alcalde de su pueblo más de veinte años. Ahora tiene un negocio de ropa deportiva: él, que corría, al comienzo, con un pantaloncillo que le había hecho su madre... Está jubilado, caza y pesca, disfruta de la naturaleza. Pero ya no corre. «Ya he corrido bastante: desde los 19 años, unos ciento ochenta mil kilómetros. Eran tiempos duros, no había dinero. El hambre ayuda. Yo sólo me dopaba con un cocido con garbanzos...»