La voz francesa “biberón”, que cruzó los Pirineos y se ganó una tilde, está presente en la lengua gala desde principios del siglo XIV, derivada del latín “bibere” (beber). Primero significó “gollete”, más tarde “borrachón” y a principios del XIX, la botellita con un pezón de goma para la lactancia de los críos.