Antonio del Castillo (Córdoba 1616 - 1668).
4 magníficos dibujos originales a pluma y tinta marrón:
A) Un hombre tocando la trompeta
B) San Juan Bautista
C) Un rapto
D) San Cristóbal y el Niño Jesús
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Todos llevan inscripciones y numeración:
A) abajo a la izquierda: Castillo y numeración, abajo a la derecha: 56
B) abajo a la izquierda: Castillo y numeración, arriba a la derecha: 37
C) centro superior: Castillo y numeración superior derecha: 34 e inferior derecha: 32
D) centro superior: Castillo y numeración superior derecha: 33 y B, C y D llevan inscripciones en español, verso
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Cada uno de 145 por 100 mm.
Enmarcados con doble paspartú, cristal de museo y marco de madera: 37,4 x 28,4 cm.
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Agradecemos la confirmación de la autoría de los 4 dibujos a la experta en la obra del artista: Doña Fuensanta García de la Torre.
(A) Obra registrada en: Navarrete Prieto, Benito & Garcia de la Torre, Fuensanta., Antonio del Castillo (1616-1668) Dibujos. Catálogo Razonado, Fundación Marcelino Botin, 2008.
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Procedencia
Sir William Stirling-Maxwell (1818 - 1878).
Por herencia a su hijo, el general de brigada Archibald Stirling (1867 - 1931).
Por herencia a sus herederos.
Con Simon Dickinson, 1995.
Colección de Carlos Alberto Cruz.
Sotheby's Londres, "Old Master & British Works on Paper including works from the Collections of Carlos Alberto Cruz and the late Timothy Clowes". 23 de septiembre de 2021, lote 5.
Colección privada, Madrid.
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Estos interesantes estudios, que ilustran una mezcla de temas profanos y religiosos, parecen proceder todos del mismo álbum, a juzgar por el tamaño, las inscripciones y la numeración presente en todas las hojas.
Otras cinco láminas del mismo álbum, que representan diversos estudios de figuras, también de la colección de Stirling-Maxwell y que forman parte del grupo de Apeles, fueron expuestas en 2002 en el Museo de Bellas Artes de Asturias.(1)
Estudios de figuras comparables, ejecutados a pluma y tinta marrón con un manejo y técnica similares, fueron ofrecidos y vendidos en estas Salas en 1986, 1992 y 2005. (2)
1. Dibujos Españoles del Siglo de Oro, catálogo de la exposición, Asturias, Museo de Bellas Artes de Asturias, julio-septiembre de 2002, núm. 33.
2. Venta, Londres, Sotheby's, 6 de julio de 2005, lote 134; venta, Londres, Sotheby's, 14 de diciembre de 1992, lote 55; venta, Londres, Sotheby's, 30 de junio de 1986, lote 166.
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Pintor español. Fue hijo de un pintor extremeño natural de Llerena, Agustín del Castillo, cuya obra es poco conocida, pero al que Palomino califica como «excelente pintor». Quedó huérfano en 1626 y pasó a educarse con otro pintor del que no tenemos noticias, Ignacio Aedo Calderón. En fecha desconocida pudo llegar a Sevilla -de lo que no hay prueba efectiva-, donde Palomino lo hace pupilo de Zurbarán, lo que se ha querido corroborar a la vista de la influencia estilística del maestro extremeño en la obra de Castillo. En 1635 se encuentra en Córdoba, donde se casa e instala definitivamente, convirtiéndose sin discusión en el artista más importante de la ciudad. Allí realiza tanto obra religiosa de altar como retratos y series de mediano tamaño. En su trabajo no se aprecia una evolución, y se mantiene siempre alejado de las novedades barroquizantes de otros pintores contemporáneos. Si en las figuras de santos se mantiene más cercano al estricto naturalismo, en las producciones historiadas suele mostrarse más abierto, sobre todo por el aderezo de arquitecturas y paisajes con los que las ornamenta. Encuadrado ya entre los paisajistas por Lázaro Díaz del Valle, Palomino alababa su capacidad para la captación de la naturaleza, calificándolo como «excelente paisajista, para lo cual se salía algunos días a pasear, con recado de dibujar, y copiaba algunos sitios del natural». No deja de ser interesante, esta aseveración del tratadista, que muestra a Antonio del Castillo especialmente interesado en la plasmación del natural, tanto en los paisajes como en personajes cotidianos y animales. A todos ellos retrata con inmediatez en los abundantes dibujos que de él se conservan. El amor al dibujo de Castillo, según Palomino, le hacía realizar «dibujos de cuanto se le ofrecía». Sus obras son directas y verdaderamente singulares.