Grabado calcográfico realizado sobre papel granulado de 76,5 x 58 cm. con una mancha de 59 x 39 cm. numerado (43/50) y firmado a lápiz por el autor. La obra, titulada "Desnudo", está fechada en 1972.
Jorge Castillo (Pontevedra, 1933) es el más internacional de los artistas gallegos vivos. Su infancia transcurre en Argentina, donde su padre ha tenido que radicarse por razones políticas. A partir de 1950 se dedica intermitentemente a la pintura, trabando amistad con gallegos notables residentes en Buenos Aires, como Laxeiro, Colmeiro y Seoane. En Argentina permanecerá hasta 1956, año en que viene a España. En 1958 entra en contacto con Juana Mordó, entonces a cargo de la Galería Biosca. Se relaciona con artistas españoles de renombre, que comienzan a admirar la personalidad del joven gallego americanizado. Extiende inicialmente su nombre a París, fijando su residencia en Barcelona, donde se casa en 1961, aunque enviuda dos años más tarde. Después se instala en París y conoce a la italiana Marienza Binetti, quien durante años ejercerá una intensa influencia en el artista, y a la que retrata incansablemente. Su obra va abriéndose camino por toda Europa y Nueva York en los años finales de la década de los sesenta. Su tríptico de grandes dimensiones titulado "Palomares", sobre el incidente de la bomba atómica perdida por los norteamericanos en aguas del bajo Mediterráneo, alcanza fama mundial. En 1969 es invitado a residir y trabajar durante un año en Berlín, donde realiza numerosas pinturas, grabados y esculturas. Pero sería ya en los años setenta cuando la fama de Castillo se consolidó, realizando exposiciones en las principales galerías del mundo, lo que lleva a los más importantes críticos a escribir sobre él. En 1977 aparece la primera monografía sobre el artista gallego, escrita por Werner Haftmaum. En 1982 se vincula a la célebre galería Marlborough, árbitro del arte contemporáneo en Estados Unidos. Y nuevas monografías en diversos países, entre ellas la escrita por Carter Ratcliff. Sus esculturas se emplazan en lugares públicos de las ciudades más importantes del occidente europeo. En España se consagra definitivamente con la publicación de la citada monografía de Ratcliff por ediciones La Polígrafa. Adquieren obra suya importantes museos, como el Guggenheim de Nueva York, donde el artista fija su residencia y tiene un amplio estudio. En su ciudad natal, Pontevedra, se le dedica una sala especial durante la celebración de la Bienal, en 1988. La citada galería neoyorkina y el Meadows Museum de Dallas, Texas, le dedican grandes exposiciones que se repiten en Barcelona y Santiago de Compostela durante el año 1990. La obra de Jorge Castillo figura en museos de todo el mundo, desde Estados Unidos a Jerusalén. Compostela será sede de su museo permanente, por acuerdo del artista con la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento de Santiago. Castillo es un dibujante excepcional y un artista de exquisita sensibilidad. Sus gamas neutras, en las que abundan negros, tierras y ocres, dan a su obra un extraño misterio. Parece que quieren inquietar al espectador esas criaturas sinópticas, en espacios vacíos o indefinibles. El mundo onírico tiene gran importancia en Castillo, cuya figuración está muy idealizada, y acude con frecuencia a un deliberado infantilismo que le emparente con el llamado "arte pobre". Se aproxima al surrealismo, del que parten muchas de sus creaciones, aunque también está cerca, a veces, de un cierto hiperrealismo muy personal. Hay una etapa en Castillo puramente testimonial, aunque subjetivizada, en sus cuadros de Nueva York, donde la avasalladora perspectiva de las arquitecturas gigantes de esta urbe es disculpa para ejercicios plásticos inconfundibles. Tanto como su pintura importan su escultura y su obra gráfica, probablemente el aspecto que lo ha divulgado más en ámbitos internacionales. Es siempre, técnicamente, un maestro impecable, y cualquier influencia, y en él son múltiples, la transforma al fin en su propia personalidad.
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