Chardin no era imaginativo. Se contentaba con contemplar la vida humilde que se desarrollaba ante sus ojos en los pequeños interiores burgueses de la rue du Four o de la rue Princesse. A partir de una escena de ama de casa, creó una obra maestra de sentimiento, de intimidad, de fina artesanía. La Récureuse que reproducimos es una de las piezas más pensadas de su arte, la más rica en acordes, la más deliciosa en materia.(Fragmento del periódico L´Illustration).
1 pág. lámina sobrepuesta. 28x37 cm