Ambas obras pueden considerarse como pertenecientes a la escuela sevillana del romanticismo en el siglo XIX, siendo pinturas cuyas características de estilo evidencian que pertenecen a la creatividad de Manuel Barrón (nacido en Sevilla en 1814 y fallecido en esta misma ciudad en 1854. En principio es necesario precisar que son obras que han de ser consideradas como realizadas por el taller de este artista a partir de ideas creadas por el mismo. En al pintura que representa el Molino a la orilla de un río, destaca sobre todo la descripción de su cauce que transcurre mansamente delante de la arquitectura de dicho molino. A la derecha se describe una escena popular ya que por un camino transitan una pareja de campesinos, subida la mujer a lomos de una mula y el varón conduciendo a dos bueyes. Muy bien tratado el fondo de paisaje que respalda la escena tanto en su arbolado como en las nubes blancas y grises que se alternan con abiertos espacios azulados. La pintura que representa a un Castillo en ruinas junto a un torrente muestra una naturaleza concebida con espíritu romántico, plasmado sobre todo en la cascada que se produce a causa de un escalón en el terreno. La fortaleza defensiva que aparece en la orilla muestra su desvencijada arquitectura presidida por su destartalada torre.