Ana Robles disecciona la compleja personalidad de una niña-mujer, adolescente con fecha de caducidad, adulta en prácticas, la cual, al abrigo del cobijo-prisión de su entorno, una determinada clase media híbrida de intelectuales y funcionarios paniaguados, se permite desplegar certidumbres y perplejidades de plena contemporaneidad y relevancia postmoderna.