Es innegable que como fuente de tema novelísticos desde hace algunos años está de moda el Canadá: no ya el de las heladas inmensidades proveedoras de pieles y de aventuras que han hecho célebre en la pantalla a la Real Policia Montada del Noroeste sino el Canadá más habitable y mejor habitado por gentes en cuyas vidas rebosa la simpatía y el interés humano.