La pasión amorosa y la pasión por el juego se dan cita en esta novela, de innegable transfondo autobiográfico, que Dostoievski escribió en 1863. Para el protagonista, el juego es una forma de escapar al infierno que supone el amor no correspondido, pero los tormentos que depara el azar de la ruleta no son menores que los del corazón herido. El jugador es una novela magistral donde las contradicciones que envuelven la condición humana se presentan con la turbulenta fuerza que acompaña a aquellos que deciden jugarse el todo por el todo en la búsqueda desesperada de la libertad y la belleza.