En el mismo momento en que Ramón Mercader se presenta ante la ventanilla de control de policía en el aeropuerto de Zurich ha jugado su última carta. Cuatro días antes al salir de Madrid para dirigirse a Amsterdam aparentemente para resolver un negocio de exportaciones ?tras el que oculta su condición de agente soviético? un haz de intrigas ya estaba tejido a su alrededor en el que estaban mezclados norteamericanos rusos y alemanes del Este.