Esta concepción estructural de la ortografía supone un giro de 180 grados respecto a su didáctica que ahora viene a considerarse como más racional y psicológica en contraposición a la tradicional atomística y sintética que ha venido exigiendo un gran esfuerzo por parte de los docentes sin que a ello correspondiesen éxitos satisfactorios por parte de los alumnos.