El señor Rebeck vive desde hace años en un mausoleo del cementerio habiéndose recluido en el mismo por su propia voluntad. Pasa el tiempo jugando al ajedrez en solitario o hablando con los fantasmas que pueblan el camposanto por lo demás comparte sus horas con un cuervo que le trae comida que roba para él.El cementerio es un lugar agradable y tranquilo alejado de las complicaciones de la vida moderna. Los únicos cambios que se producen en él son el ir y venir de los fantasmas: cuando el espíritu de un muerto se sigue aferrando a la existencia se materializa de una forma intangible que los hombres normalmente no pueden ver. Un fantasma sin embargo no recibe sensaciones y en un proceso gradual olvida cómo era estar vivo perdiendo los rasgos que le identifican hasta llegar a desvanecerse.