Desde su publicación a finales de 1996 y la gira que transcurrió durante el siguiente año, “Omega” ha sido considerado de manera unánime como una de las obras más arriesgadas, lúcidas, innovadoras y transgresoras de toda la historia de la música hecha en nuestro país. Un trabajo cuyos presupuestos, con la perspectiva del tiempo, pueden parecer asumidos, pero en cuya génesis se alberga una intención de romper barreras y géneros de la que sólo en contadas ocasiones se puede ser testigo. Una manera de trascender estilos y abrir nuevos caminos que, al mismo tiempo y de manera felizmente paradójica, dio como fruto una obra única e irrepetible.
Uniendo los espíritus y los universos personales de dos gigantes como Federico García Lorca y Leonard Cohen, al tiempo que el flamenco puro convivía en una manera inédita con el rock afilado y oscuro de Lagartija Nick, Enrique Morente firmaba una cumbre que abrió mentes y oídos, uno de esos lugares de los que se vuelve habiendo experimentado una suerte de transformación. Doce años después, ese mito llamado “Omega” renace en todo su esplendor, tanto en su versión grabada como en su vibrante manifestación en directo