Los personajes más fascinantes hacen girar la puerta del Grand Hotel. En sus habitaciones descansa la famosa Grusinskaia, una atormentada bailarina de ballet que vive sus últimos días de éxito; el arruinado barón Gaireng, que pretende a partes iguales a la caprichosa dama y a su valioso collar de perlas; Kringelein, un humilde contable para quien dilapidar de su dinero se convertirá, irónicamente, en una cuestión de vida o muerte y, por último, el pobre doctor Otternschlad, que calma la ausencia de correspondencia a su nombre con inyecciones de morfina.