AÑO 1654 – PROCOPIO DE CESAREA (PROCOPII CAESARIENSIS) – ANEKDOTA SEV HISTORIA ARCANA

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AÑO 1654 – PROCOPIO DE CESAREA (PROCOPII CAESARIENSIS) – ANEKDOTA SEV HISTORIA ARCANA

 

Anekdota, seu Historia Arcana Procopii Caesariensis Nicolao Alemanno

Helmstedt

Typis Henningi Mulleri Acad. Typ.

M.D.C.LIV

 

Magnífico ejemplar en perfecto estado, encuadernado en pergamino de época.

Páginas 623, dimensiones 19 x 16,5 cms.

Idiomas: Latín y Griego

 

Procopio de Cesarea (en griego Προκόπιος ὁ Καισαρεύς; en latín, Procopius Caesarensis; c. 500 - c. 560) fue un destacado historiador bizantino del siglo VI, cuyas obras constituyen la principal fuente escrita de información sobre el reinado de Justiniano.

La obra más célebre de Procopio es, sin duda, la Historia secreta (gr. Ἀπόκρυφη Ἱστορία; lat. Historia Arcana). Aunque se menciona en el Suda, donde se le da el título griego de Ἀνέκδοτα ("Cosas no editadas"), fue el humanista Niccolò Alamanni, bibliotecario de la Vaticana, quien descubrió el único manuscrito y lo publicó en 1623 en Lyon. Cubre los mismos años que los siete primeros libros de las Guerras, y parece haber sido escrita después de la edición de dicha obra. La teoría más aceptada sitúa la fecha de su composición en torno al año 550, aunque otros autores prefieren una fecha tan tardía como 562. Según el autor, en la obra relata aquello que no estaba autorizado a escribir en sus obras oficiales por miedo a las represalias de Justiniano y Teodora.

La Historia secreta constituye una vitriólica invectiva contra el emperador Justiniano y su esposa Teodora, sin olvidar a su antiguo amigo Belisario y su mujer, Antonina. Las afirmaciones que hace sobre estos personajes —especialmente sobre Teodora— llegan a lo pornográfico. Contrasta fuertemente la visión que del emperador ofrece Procopio en su Sobre los edificios con el retrato aportado aquí, hasta el punto de que ha llegado a dudarse de que sea él el verdadero autor de la Historia secreta. El análisis del texto, sin embargo, corrobora fehacientemente esta atribución.

El libro se divide en dos partes, la segunda de las cuales es la que se consagra más enteramente a Justiniano. Belisario y el emperador aparecen como auténticas marionetas de las intrigas de sus esposas. Muchos años mayor que su esposo, Antonina, antaño bailarina y prostituta como Teodora, se habría enamorado del hijo que Belisario había adoptado poco después de su matrimonio, Teodosio, y fue amiga, aliada y compañera de abominaciones de Teodora; planeó deshacerse de su propio hijo Focio, que había tenido en su primer matrimonio, usó la magia para dominar a su esposo Belisario, quien al enterarse de sus excesos se los perdonó todos y llegó incluso a matar a los esclavos que habían denunciado su adulterio y asesinó además a uno de sus amigos, el general Constantino, que había expresado su compasión por él. Es más, si Belisario hubiera cruzado el Tigris podría haber conquistado Ctesifonte, capital del imperio Sasánida, pero decidió parar la campaña contra los persas en 541 solo para regresar a Constantinopla con su esposa.​ Admirado como el genio militar de las guerras de Justiniano, Belisario también es descrito como un ser corrupto y venal durante la campaña de Italia​ y débil, pusilánime y cobarde cuando cayó en desgracia ante Justiniano, víctima de las intrigas fraguadas por Teodora a instancias de Antonina, por entonces separada de su esposo a causa de sus engaños y promiscuidad. Procopio retrata a Justiniano como un personaje brutal, venal, pródigo e incompetente, y llega a compararlo con el tiránico emperador Domiciano. En cuanto a Teodora, ella era solo una exprostituta cuya vulgaridad e impulsos sexuales se revelaban en cada detalle, sin mencionar su crueldad, carencia de sentimientos maternales y veleidosos y volátiles sentimientos.

Lo que parece ser la segunda parte del libro trata del reinado de Justiniano. El hombre que parecía a primera vista piadoso, accesible, honesto y de modales irreprochables, se describe allí como hierático, fanático y sanguinario perseguidor de herejes. Procopio lo hace responsable de «miles de miles» de muertes innecesarias, tanto entre sus soldados como entre sus enemigos, denuncia la confiscación de los bienes de los senadores tras la revuelta de Niká y lo acusa de haber esquilmado la economía del país con sus devaluaciones de la moneda, llegando a calificarlo de «príncipe de los demonios»,​ «demonio con apariencia humana»12​ y «demonio encarnado».​

Todas estas supuestas intrigas sedujeron al escritor Robert Graves, quien ya había escrito dos novelas sobre las intrigas de la Roma imperial (Yo, Claudio y Claudio el dios y su esposa Mesalina), inspiradas en Suetonio, de forma que Procopio le inspiró una tercera, El conde Belisario (1938).

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