El 2 de mayo de 1980 el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York abría la mayor exposición hasta la fecha dedicada a Pablo Picasso, para la que reunieron cerca de mil obras entre pinturas, dibujos, grabados, esculturas y collages. La muestra, además de insertarse en las celebraciones del cincuenta aniversario de la creación del museo (1929), constituía un nuevo homenaje al artista –se trataba de la decimosexta exposición monográfica que el museo le consagraba– y era excepcional por ser la única ocasión en la que pudo congregarse tal número de obras, de las que alrededor de la mitad no se habían visto antes en Estados Unidos.