TITO MACCIO PLAUTO - MACCIVS PLAVTVS EX FIDE, ATQVE AVCTORITATE COMPLURIUM LIBRORUM MANUSCRIPTORUM OPERA DIONYS. LAMBINI MONSTROLIENSIS EMENDATUS: AB EODEMQUE COMMENTARIIS EXPLICATUS.
Adiecta sunt Plautina loca ex antiquis grammaticis collecta: & ex commentarium antiquarum lectionum Iusti Lipsij multorum Plauti locorum illustrationes & emendationes. Nunc denuò plurimis quae in priorem editionem irrepserant mendis repurgatus, multisque in locis in gratiam antiquariorum illustratus. Cum gemino Indice: priore verborum, locutionum & sententiarum: posteriore eorum quae Commentariis D. Lambini continentur.
Coloniae
Ex Officina Gulielmi Hertman
M.D.LXXVII
Magnífico y enorme libro de LAS 20 COMEDIAS DE PLAUTO. Tamaño folio. Lomo en pergamino. Portada y preliminares facsimiladas (4 hojas).
Páginas 856, dimensiones 33 x 22,5 cms. Peso 2,1 kgs.
Tito Maccio Plauto (en latín, Titus Maccius Plautus; Sarsina, Umbría; 254 a. C.–Roma, 184 a. C.) fue un comediógrafo latino.
Plauto, según Festo, provenía de ploto, un término dado a las personas aquejadas de pies planos y a los perros de orejas caídas. La primera de estas acepciones podría implicar un juego de palabras con planipedes, una clase de actor de mimo que actuaba descalzo, y a la que Plauto podría haber pertenecido en su juventud como actor. Sin embargo, los romanos también utilizaban la segunda definición para referirse a él, quizá en clave de burla, como hace el prologuista desconocido de la comedia plautiana Casina, el cual le llama "Plautus cum latrante nomine" ("Plauto el del nombre ladrador").
Las fuentes citan su nombre como Tito Maccio Plauto, pero esto, contrariamente a la creencia popular, no implica que su nombre de nacimiento fuera Tito Maccio; tiene más bien la sonoridad de un pseudónimo cómico que parodia el concepto del triple nombre o tria nomina. En la antigua península itálica, sólo los pertenecientes a familias nobles romanas tenían tres nombres, y Plauto no era noble, además de que Maccio no existe como apellido, y en su lugar se asemeja más a una alusión gentilizante al Maccus, un payaso arquetípico de la farsa atelana, que Plauto conocería bien.
Una teoría propone que el nombre de nacimiento de Plauto en Umbría habría sido Tito Ploto (Titus Plotus), siendo Ploto el equivalente a Plauto en dialecto umbro. De este modo, Maccio no sería sino un supernomen dado por su profesional teatral.
Algunas crónicas medievales optaron por llamarle incorrectamente Marco Accio Plauto (como otro gran escritor latino, Lucio Accio), interpretando que Maccio no era sino una confusión con M. Accio.
Si bien se le atribuyeron hasta 130 obras, ya Varrón en el siglo I, en su monografía De comoediis Plautinis, redujo su número a las 21 que se tienen por auténticas, separando de este grupo otras que se debían a sus imitadores Cecilio y otros ingenios. En De comoediis Plautinis distinguió tres grupos entre las obras atribuidas a Plauto: las inequívocamente suyas (21 comedias); un segundo grupo de 19 obras, en las que reconocía la paternidad plautina por razones históricas y estilísticas; y un tercer grupo de obras, las restantes, que consideraba espurias. Se han conservado enteras las comedias del primer grupo (denominadas fabulae Varroniatae), a excepción de la Vidularia, que por su posición en el arquetipo de los manuscritos se encuentra gravemente dañada. Plauto se inspiró en los autores de la Comedia nueva griega, principalmente en Menandro, pero también en Dífilo o Filemón entre otros, y más ocasionalmente también en la comedia media (Antífanes), mezclando a veces dos obras en una sola (contaminatio). No se limitó a traducir, sino que adaptó los originales al gusto romano, e introdujo canciones y danza (por ejemplo, la danza de esclavos y de cocineros en la Aulularia). Por eso en muchos textos plautinos se contienen indicaciones escénicas. En las últimas piezas de Plauto, los cantica ocupan mayor espacio, siempre con una enorme diversidad métrica (anapestos, créticos, baquios) que enriqueció la lengua latina con esquemas desconocidos entre los mismos griegos. En esto sí el teatro plautino simula la gran polimetría de la comedia antigua griega de un Aristófanes. A decir de los antiguos, tanta fue su estimación durante todo el Imperio, que algunos autores llegaron a afirmar que si las Musas hablaran latín lo harían con el estilo de Plauto.
La complicación de las tramas a causa de la contaminatio obligó a Plauto no pocas veces a poner un pequeño prólogo declamado por un actor, cuya función era explicar los argumentos demasiado complejos para que el público no se desorientara.
Plauto usa un rico y vistoso lenguaje de nivel coloquial que no elude la obscenidad y la grosería entre retruécanos, chistes, anfibologías, parodias idiomáticas y neologismos, usando un vocabulario muy abundante de una gran variedad de registros. Emplea con preferencia la aliteración, la asonancia y el asíndeton, imprimiendo a su estilo un sello inconfundible. Es un psicólogo penetrante en obras que anuncian ya la comedia de carácter o comedia de figurón, como es el caso de Aulularia sobre el tipo universal del avaro o Miles gloriosus sobre otro tipo eterno, el fanfarrón; la mezcla de dos acciones en una sola obra hizo de él el primer creador de la técnica del imbroglio o enredo, que tanto juego ofrecerá en la comedia. Algunos personajes como el esclavo liante, desvergonzado y diabólicamente astuto, presagian ya el personaje del gracioso en la comedia del Siglo de Oro español, y otros, como el parásito, derivarán en el del pícaro. Muchas de estas comedias terminan con una feliz anagnórisis o agnición o con la burla a un viejo.
Las obras de Plauto son menos refinadas pero más cómicas que las griegas. Sus personajes son los mismos que en las comedias griegas: jóvenes alocados y calaveras, cortesanas, alcahuetes, flautistas, traficantes de esclavos o lenones, esclavos diabólicamente astutos que sacan siempre las castañas del fuego a sus señores, comerciantes, viejos verdes y gruñones, parásitos, soldados fanfarrones, etc.; el argumento estaba lleno de situaciones de enredo, engaños y confusiones. Pero Plauto añade variedad y originalidad a los temas y a los personajes siempre con la intención de hacer reír al público romano. La obra de Plauto influyó en la comedias medievales de la monja Hrostsvita y en las comedias humanísticas que se componían en latín en las universidades como trabajo de fin de curso y en el Renacimiento. Hay mucho de Plauto, por ejemplo, en El avaro de Molière, en Giovanni Boccaccio y en las comedias de Shakespeare.