Lote primera y segunda edición de ”Las mal calladas” - Benito Lynch - 1923 y 1933

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Condition of the lot: Normal (with signs of use)
Pequeños faltantes que no representan daño en la primera edición.

Primera edición, rústica, Editorial Babel, Buenos Aires, 1923, 19 x 14 cm., 177 pp, buen estado, completo, solo pequeños faltantes en las punteras de cubierta y en segmentos del lomos que no afectan el texto.


Segunda edición, rústica, librerías Anaconda, 1933, 18.5 x 12.5, 187 pp., muy buen estado, conserva completas cubiertas y lomo, muy buen estado interior, bellísimo diseño de cubierta y portadilla.


OFRECEMOS ESTA MAGNÍFICA OPORTUNIDAD PARA COLECCIONISTAS, PRIMERA Y SEGUNDA EDICIÓN DE LA CÉLEBRE NOVELA DEL SOLITARIO BENITO LYNCH.


Sobre Benito Lynch:


El solitario


A partir de 1923, en que deja la redacción del diario, cada actitud de Lynch demarca un avance en el duro aprendizaje de la soledad. Las transformaciones del país lo dejan indiferente. Opina como un buen conservador de la época de Roca. No hay eco en toda su obra de las consecuencias de la Ley Sáenz Peña (voto secreto y obligatorio): movilización popular y el acceso a la presidencia de Hipólito Yrigoyen.

Después de la muerte de los padres, la casa de La Plata se fue despoblando. Juliana, la segunda hija, se había ido al casarse. Tres años después moría en el Sur, tal vez asesinado, Leopoldo, el compañero de la infancia. Benito se refugió en ese reducto, arreglaba la mayoría de sus asuntos por correspondencia. Tuvo en el patio de la casa varios animales, hasta un yacaré.


A ratos parecía interesarse más por el cuervo o el carpincho que había llevado a su casa que por la gente que lo reconocía en la calle, cuando salía. Lo perturbaban con su deseo constante de saber cosas sobre su técnica literaria y, lo más intolerable, sobre su vida. Prefería las tertulias de El Día, donde alentaba a los periodistas jóvenes o recordaba con cariño a quiénes lo habían ayudado en sus comienzos de escritor. Aunque sus libros estaban cargados de indicios de intimidad, detestaba ventilar cosas íntimas o meramente personales en el transcurso de un coloquio insustancial.

A partir de la publicación de El inglés de los güesos (1924) - obra luego adaptada para teatro y después llevada al cine - se sitúo consagrado definitivamente entre los escritores de primer rango. Formó parte de la Comisión de Autores de la Primera Exposición del Libro Argentino. Algunos, hablando de Horacio Quiroga, dicen que ha sido igualado por Lynch en la difícil técnica del relato breve. Esta le da una ubicación literaria privilegiada, si se tiene en cuenta que Quiroga no ha conocido rival como cuentista.


Con el general Uriburu en el gobierno, estaban de nuevo en el poder los conservadores, sector con el que tenía afinidad - por razones de clase, ambiente y tradición - Benito Lynch. Al decidirse la creación de la Academia Argentina de Letras, se lo elige como integrante; pero, Lynch renuncia por escrito a ocupar un sillón.

En 1935, se suicida su hermano Armando y dos años más tarde, muere su madre, lo que aumenta su soledad y su dolor. Cada gesto lo interna más en la soledad, a excepción de las visitas y los juegos con sus sobrinos nietos. Algunas salidas al cine, al Jockey para jugar a la brocheta o a conversar con sus amigos. Nunca apuesta por dinero; su hermano Roberto, jugador, ha perdido así su estancia. No bebe alcohol, sino té con limón y mucho mate. Dice que después de los cincuenta años ningún hombre debía comer carne. También predica contra el cigarrillo. Mantiene su afición por la lectura de libros de historia, de viajes, y relee los clásicos. Cuando asiste a conferencias o conciertos en el Jockey, se ubica en lugares apartados del salón principal, hasta donde llegan los altavoces.


En su sesión del 11 de agosto de 1938, el Consejo Superior de la Universidad Nacional de la Plata, le otorga el título de doctor honoris causa. La consagración universitaria le plantea un problema: el presidente del Consejo es su amigo, y en materia de amistad, Lynch tiene una delicadeza infinita. Luego de leer los fundamentos de la honorífica decisión acepta. La aceptación supone no tener que ir a recibir el diploma. En 1941, con la publicación en La Nación de Medallas de oro, Nuestra novela y Cartas y cartas, se despide de la literatura. Es un enigma su corte de amarras con lo que, de alguna manera, había sido su razón de vivir.


Últimos años


Al aislamiento de B. Lynch contribuyen en gran medida una sordera y la creciente disminución de la vista. Esto le provoca que lo atropelle un tranvía; víctima de una conmoción cerebral es internado hasta que en algunos días se recupera. Tres años después, se interna muy enfermo aquejado de cáncer al estómago. El 23 de diciembre muere en el sanatorio donde se hacía asistir.


Lo habían llamado maestro de las letras aquí y en el extranjero; pero, a diferencia de sus contemporáneos, desdeñó ejercer esa autoridad. Hubo en él un afán claro de disminuir su personalidad de escritor. Lo demuestran su rechazo a invitaciones para enseñar, su negativa a cobrar derechos por las traducciones de sus cuentos y novelas. A un pariente cercano que lo había encontrado corrigiendo sus libros, le había comentado: "Cuando uno es joven publica con mucha audacia. Los años demuestran los errores, inclusive idiomáticos."


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