Seguidor de BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 – Cádiz, 1682), finales s.XIX.“Purísima Concepción”, 1898.Óleo sobre tabla.Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo.Medidas: 43,5 x 33 cm; 69,5 x 58,5 cm (marco).El pintor de este cuadro se basa en modelos murillescos, concretamente en la Inmaculada Concepción del Espejo, pero también en otras versiones que realizó Murillo del mismo tema, al que dotó una iconografía propia, de gran influencia posterior. El autor logra recrear la atmósfera mística, rica en matices cromáticos, que caracterizó la escuela cordobesa. Las prendas se agitan como movidas por una suave brisa. Se ilustra la doctrina de la Inmaculada Concepción, según la cual la Virgen María nació libre del pecado original. La Virgen se sostiene sobre una media luna que simboliza su castidad y los querubines portan un lirio y un espejo impoluto, símbolo de su pureza. Las rosas sin espinas representan su perfección espiritual. Otro ángel porta una hoja de palma que sugiere el triunfo de María sobre la muerte. En la pintura barroca se popularizaría el tema, pero no sería hasta el siglo XIX cuando la creencia en la Inmaculada se convirtió en dogma.