Los pueblos de España. Julio Caro Baroja. Ed. Datafilm, 1989. In 4º Mayor 76 fasciculos (completa) 24x17 cm(1220 pag. numeradas). El libro quiere hacer ver cómo dentro de una peninsula del ocridente de Europa, que se conocía como tal desde la época de Piteas de Marsella, vivian di ferentes pueblos, con diferentes culturas ya en época anterior a la de aquel na vegante. En la Edad Antigua también, al comienzo de nuestra era, un geógrafo griego, Estrabón, los había estudiado en su obra clásica, dedicándoles todo un libro: el tercero. ¿Qué había ocurrido después? Un largo proceso de integra ción y unificación bajo el Imperio romano. Casi todos los pueblos pierden en- tonces sus lenguas antiguas, reciben las leyes romanas, se comunican más y en fin, aceptan una religión única y las normas no sólo espírituales sino tam bién administrativas que da ésta. En la Edad Media conservan, sin embargo, algo de lo más antiguo y algo de lo más moderno entre lo heredado de tiempos anteriores. Después hay otro proceso de unificación por la Corona y luchas ci viles, entre los que son partidarios de unas unificaciones totales y los que se re- sisten a ellas. Lo paradójico es que, a veces, los que defendían las primeras eran los liberales y los que defendian viejas libertades eran los conservado res. Estas libertades, claro es, no eran las individuales: por ejemplo, la de con- ciencia. Eran derechos colectivos, forales, etc. que podian ir incluso contra el libre arbitrio. En este equivoco se ha seguido hasta nuestros dias, aunque los enemigos del 36 se agruparon bajo signos bastante diferentes. En todo caso la victoria de uno de los grupos contedientes dio como resul tado el referido uso del concepto de Unidad. España era Una, Grande y Li bres. Los pueblos de España no. Cuarenta años después se vohieron las tor nas. Hoy existen personas para las que el mismo nombre de España es tabú, o carece de contenido: las que realzan los principios de identidad étnica, lo es pecifico de cada pueblo, según ellos. Claro es que esta determinación de lo que es propio y genuino arranca de hace bastante y pronto se une a connotaciones politicas que, además, dan idea de superioridad propia frente a pretendidas in- ferioridades ajenas. Baste con recordar algunos escritos de Prat de la Riba y Arana Goiri para verlo. Puede decirse, así que frente a algunos absolutismos de cierto tipo se dan los del opuesto y que el disputar siguiendo un sistema de contrarios es lo más común. Los pueblos de España quedaba y queda fuera de este juego. Es por eso, tal vez, por lo que puede tener actualidad hoy. De todas maneras, desde 1946 ha llovido mucho y en el campo de la investigación etnográfica se ha avanzado sensiblemente.