Deuda
Jarnés ha escrito este libro —«estas notas, estepequeño ensayo biográfico, esta vida que sepretende contar»—, del que soy amanuense.Pero también lo han escrito ellos, mis maestrosjarnesianos. Y en el principio, como siempre enJarnés, dos musas: Emilia de Zuleta, que medeslumbró con su clarividencia, con su formatan sencilla de explicar lo difícil; y María PilarMartínez Latre, que me descubrió la senda, memarcó el camino. Después, los discípulosdirectos, los que escucharon de viva voz sumagisterio: Ildefonso-Manuel Gil, RicardoGullón, Francisco Ayala. Tuve el privilegio, a mivez, de poderlos escuchar también de viva voz.Luego, los primeros «convidados de papel»:Rafael Conte, Víctor Fuentes, Domingo Ródenasde Moya, sin duda el mayor, a quien más debeeste acercamiento biográfico… Mis profesoresútiles, porque el único, el genuino, el granprofesor inútil, solo puede ser Jarnés. Ellostambién lo saben