Cuando Maigret llega a su casa, el joven que ha estado esperandole se ha ido... llevandose un revolver que Maigret apreciaba especialmente. Al seguir su pista descubre, entre otras cosas, el cadaver de un conocido politico y llega hasta Londres. Alli el comisario vera limitados sus movimientos: ¡hasta para tomarse una cerveza o fumar en pipa ha de ceñirse a los horarios!