Otro libro de memorias de Ackerley que se editó a título póstumo en 1968 y que asombra por su sinceridad descarnada. Habla de las relaciones con su libertino padre y aprovecha para reflexionar sobre su psicología sexual con un algo que ocultará hasta las últimas páginas. Nada del otro mundo. ¿El misterio?, se lo desvelo: era eyaculador precoz. Deliciosa lectura. Se trata de todo un personaje Ackerley, rico y diletante, trabajador en la BBC pero muy vago por su afición desmedida al cruising de báteres y bares, infatigable perseguidor callejero de machitos de la clase humilde, a ratos autor de prestigio, descubridor de Asherwood o Auden. Mala bicha, a veces, y siempre con ese divino sentido del humor que los hace únicos a estos ingleses.