Carlota en Weimar surge de una anécdota en apariencia nímia, la llegada a Weimar del personaje que sirvió de inspiración a Goethe en Desventuras del joven Werther, y su posterior encuentro con el que fuera su apasionado adorador cuando éste cuenta ya con setenta y siete años y se halla en la cima de su fama.
Esta obra maestra, escrita por Mann ya en el exilio y publicada por primera vez en 1939 en Estocolmo (Suecia), se ha leído a menudo como la respuesta del autor ante la grave amenaza que para la cultura alemana suponía el totalitarismo hitleriano, en un homenaje a un Goethe con el que Mann compartía la atracción tanto por lo germano como por lo latino.