Los Papeles del Sitio, Valencina (Sevilla), 2007. 20x14 cm. 208 págs. Rústica con solapas. // Selección y prólogo de Juan Arana // Primera edición de 200 ejs. numerados // Nacido en 1913 en Cajicá (Colombia) y fallecido en 1994 en Bogotá, Nicolás Gómez Dávila debió en cierto modo al infortunio (una lesión originada por un accidente montando a caballo) la posibilidad de encerrarse durante largos años en la fabulosa biblioteca a la que consagró parte de su fortuna y todo su tiempo. Así fue como adquirió la extraordinaria suma de saber en literatura, filosofía, historia y teología que, junto con su conocimiento de las lenguas vivas y muertas, está a la base de los Escolios a un texto implícito que, en forma de varios volúmenes, constituyen su principal obra. Reaccionario, mordaz, erudito, paradójico, pero siempre brillante, sus «escolios» o aforismos fueron su forma de expresión, centrada especialmente en la crítica de la Modernidad, desde una sólida base filosófica o, como se ha dicho, desde una teología política. Muy apartado del mundo académico (más bien apartado del mundo en general), sólo ha empezado a alcanzar reconocimiento recientemente. Sobre la remisión un tanto enigmática a ese repetido «texto implícito», Jorge Volpi aclara (citando un pasaje de Notas: «El diario, la nota, el apunte, que traicionan a todo gran espíritu que de ellos usa, pues, al exigirle poco, no le dejan manifestar ni sus dotes, ni sus raras virtudes, ayudan al contrario, como asuntos cómplices, al mediocre que los emplea. Le ayudan, porque sugieren una prolongación ideal, una obra ficticia que no los acompaña») que ese «texto implícito» es la obra ideal, perfecta, tan sólo imaginada, en la que se prolongan y cumplen las proposiciones del autor, que espolea al lector a fin de que active su imaginación, pues sin ese esfuerzo los escolios no hablan («Lo que aquí digo parecerá trivial a quien ignore todo a lo que aludo») //