La mayoría de los admiradores de Thomas Bernhard ignora que la máxima ambición en sus inicios era "ser reconocido en la calle como poeta", como confiesa en su crónica autobiográfica El frío, pues tenía a la poesía por el género literario por excelencia. "En aquella época me había refugiado ya en la escritura, no hacía más que escribir, no sé ya, cientos y cientos de poemas, sólo existía cuando escribía". No obstante, tras este furor creativo, Bernhard deja la poesía. Todos sus poemas se originan en diez años, ya que con el éxito de su novela Helada y de sus relatos abandona el terreno que no le aporta reconocimiento alguno. Posteriormente incluso reniega de su producción poética, probablemente también porque ya no se identificaba con su fervor piadoso, y prohíbe -con excepción de Ave Virgilio- la publicación de los numerosos inéditos y la reedición de los poemas ya publicados.
Este último poemario, Ave Virgilio, donde Bernhard se proyecta como gran cantor épico al lado nada menos del poeta de la Eneida, contiene sin duda sus mejores versos. Aquí escribe alguien azuzado por la angustia existencial, el dolor de la soledad, y el joven Bernhard todavía no estiliza su sufrimiento, como hacía el "artista de la exageración" posterior con sus repeticiones y ampliaciones desaforadas. La exigencia de verdad del Bernhard veinteañero -"Poeta significa: el que dice la verdad. Por tanto, un poema ante todo ha de ser verdadero y auténtico"- es tan ardiente como su deseo de escribir poemas perfectamente novedosos. Esta gracia, sin embargo, no le fue concedida; muchos de sus versos revelan los modelos admirados, la poesía de Trakl, Rimbaud, la extraordinaria y desconocida Christine Lavant. No obstante su deje epigonal, transmiten una fuerza extraordinaria, casi explosiva, brotada de esta rabia vital tan propia de Bernhard, que los arranca una y otra vez de sus moldes poéticos. "Dónde me oíste con este frío... / Dónde introduje nombres y contranombres / en la historia, en este discurso / de pobreza, mi fantasma... / Mi palabra elegía / ovejas, cerdos, golpeaba bueyes preñados, / bebía del lomo de la vaca...
Ediciones Península / Edicions 62
Texto Bilingüe
Tapa rustica
95 páginas