Andrés Rabadán lleva 15 años en prisión, desde que mató a su padre con una ballesta en 1994. Se le diagnosticó esquizofrenia paranoide, y desde entonces ha estado recluido en diversas cárceles de Cataluña. El libro no es el testimonio truculento de lo que hizo ni un acto de exculpación. En la introducción reconoce su crimen, y nos advierte que de eso no va a hablar porque tiene otras muchas historias que contar. Las de un mundo que nos es desconocido (por suerte) a la mayoría. Las de unos seres marginales y marginados. Con un estilo propio y muy lúcido, sorprendente por sus dotes de observación y su fino sentido del humor, nos sumerge en el mundo de las cárceles. En formas de cuentos cortos nos presenta una serie de retratos de personas y anécdotas, la crónica delirante de lo que está permitido o no tener en la celda y de los registros correspondientes, que no obedecen a ninguna lógica. Las historias de personajes como el chico que, en medio de un motín de presos, asoma la cara por la ventana de la celda de Andrés, quien lo reconoce: hacía poco lo había visto en un programa de televisión sobre presos rehabilitados.
TAPA BLANDA CON SOLAPA
23X15 CM
PESO: 315 GR