Primera edición, rústica, firmada autógrafa y dedicatoria de León Degrelle a la aviadora suiza exiliada en la Argentina Erika Claire Richeter, 24 x 15.5 cm, 444 pp., muy buena condición. El ejemplar tiene decenas de fotografías del recorrido de Degrelle por el fascismo, el rexismo, su militancia en el Tercer Reich, su participación en batalla, su cinematográfica huída hacia España y su exilio y su vida en la península con gran participación política.
Sobre Degrelle:
(El Confidencial)
El rexismo y su líder, Léon Degrelle, declararon su apoyo total a la causa de Adolf Hitler. En 1941 formaron la Legión Valona, una unidad militar voluntaria que luchó con los alemanes en el frente oriental y que acabó adscribiéndose a las SS. Así, en las batallas de Ucrania, Degrelle inició un rápido ascenso hacia la cumbre del ejército nazi. La toma de Berlín por los Aliados le sorprendió en Oslo, donde se subió a un avión Heinkel-111 con el combustible justo para llegar a España. El mismo Degrelle relató su aterrizaje forzoso en una entrevista para 'Interviú', en 1983: “Estaba en el frente de Noruega cuando me enteré por una radio del fin de la guerra. Mi primera idea fue irme en submarino a Japón para seguir luchando, pero no pudo ser”. El militar belga tomó el avión junto con otros cinco militares, sin mapas ni gasolina. Volaron sin luces para evitar las batidas antiaéreas. El combustible se acababa y aterrizar en territorio francés suponía el arresto inmediato. “Seguimos la costa, vimos el Bidasoa, una roca inmensa contra nosotros nos obligó a poner el avión en vertical… Nos habíamos quitado ya las botas porque pensábamos que nos caíamos al mar y, de pronto, vimos la playa”. Tras las dos vueltas de campana y el aterrizaje forzoso, Degrelle permaneció ingresado en el Hospital Mola de San Sebastián durante un año, recuperándose de las heridas. “Todas las semanas venían los embajadores de Estados Unidos, Inglaterra y Bélgica para comprobar que yo seguía allí”, contaba el militar a Interviú. Bélgica lo condenó a muerte en 1945, le retiró la nacionalidad y pidió su extradición a las autoridades españolas. Protegido por las altas esferas de la Falange y el propio Franco, que simuló la expulsión del criminal de guerra, Degrelle huyó y permaneció escondido en España bajo el pseudónimo de Juan Sanchís. Primero en Madrid, hacinado en el cuarto de la criada de un matrimonio de jubilados durante año y medio, sin luz ni ventilación. Allí se enteró de la muerte de sus padres en Bélgica y su salud volvió a recaer. Tras otro periodo de hospitalización, Degrelle llegó hasta José Antonio Girón, ministro franquista de Trabajo, que le buscó un escondite en una villa próxima al pueblo de Constantina (Sevilla). Y durante 14 años, el militar nazi hizo su vida entre los habitantes de aquel pequeño pueblo de la Sierra Morena.