3 VOLÚMENES EN 16º, el primero de comentarios, el resto el Quijote en facsimil según la edición de Cuesta de 1608 y 1615.
Cervantes en el prólogo del Persiles, ya arreglando sus cosas ante su muerte inminente (había recibido la Extremaunción) da un aviso a su lector en el prólogo del Persiles.
En las últimas palabras que escribe quería contarle algo, algo que entonces no podía contar, pero que deseaba vivamente poder hacerlo. Algo relacionado con un joven que encontró yendo de camino (a aquel encuentro le llamó: “suceso”). Y le dice que llegará un día que, estando él ya muerto, nos dirá lo que allí le falta por contar.
Este libro desvela y prueba aquel “suceso”; que es además el secreto del Quijote de Cervantes y también del de Avellaneda.
No nos interesa hablar en balde, y aborrecemos la mentira y la falsedad; y hasta nos dice poco el interés que despierte esta edición del Quijote. Pero para que tú empieces a juzgar ahora por ti mismo (y en esto el libro te será de ayuda) copio aquí las que fueron las últimas palabras que escribió Cervantes:
“...lo que se dirá de mi suceso (se refiere al encuentro narrado en el prólogo del Persiles) tendrá la fama cuidado, mis amigos ganas de decilla y yo mayor de escuchalla (…) pero no todos los tiempos son unos, tiempo vendrá quizá, donde anudando este roto hilo, diga, lo que aquí me falta, y lo que se convenía.
A Dios gracias, a Dios donaires, a Dios regocijados amigos, que ya me voy muriendo y deseando veros presto, contentos, en la otra vida”.
Hoy llega ese día; y en el libro también hay otras anotaciones resuelven pasajes oscuros y atrasados del Quijote. Un Quijote nuevo y demoledor de tópicos.
Está edición es de bibliófilo (buen papel, impresión a ofset, tirada númerada, solo 220 ejemplares...) por eso se vende a pliego entero y sin abrir (para que cada cual la encuaderne a su gusto). El Nº 1 de la misma está ofrecido a Jesús de Medinacelli.
De este libro se está preparando una segunda edición más popular y económica; de la misma traemos aquí estas lineas del prólogo:
PROLOGO 2º
El otro coautor me dice que mis explicaciones adolecen, porque no cito lo pasos intermedios que hay entre la causa y la consecuencia. Por ejemplo dice que explico bien lo de la mano izquierda de Cervantes, que representa su condición de soldado, mientras que la derecha sería su ingenio como escritor; pero que no aclaro aquello del prólogo de las Ejemplares que decía que Cervantes se había granjeado al amigo antes por su condición que por su ingenio, y dejaba sin citar que el Conde de Lemos (en el encuentro del prólogo del Persiles) levantó en alto la mano izquierda de Cervantes.
Y como rehacer todo el libro sería ardua labor, pagada más de extensiones que de intenciones, y como a “buen entendedor...” he optado por sustituir los pliegos de relleno sobre el Barrio de las Letras de Madrid por una exposición muy sinóptica de mis tesis; para que así el lector sepa al menos adonde queremos ir a parar. Empero, cuanto más entre en materia el lector, más concordancias acudirán a él; y al fin mejor comprenderá a Cervantes.
En cuanto a los Caballos Literarios explicamos en el apartado como en la época existía ese concepto; como Góngora era Rocinante, como Lope era Pegaso, como algunos decían que Cervantes era Babieca; y como Cervantes nombró a Rocinante su caballo literario, a pesar de haber insultado también a Góngora con el nombre de Rocinante.
En cuanto al Lugar de la Mancha:
Explicamos porqué la venta está en el Camino Real; como necesariamente el “Lugar de la Mancha” no puede estar lejos de ese camino. También aclaramos la relación que tiene el Lugar con el campo de Montiél y sus aledaños. Y como la tercera salida también delimita unas áreas de exclusión.
Y en un mapa presentamos la superposición de estos varios espacios geográficos, viendo como solo queda una pequeña área de coincidencia, capaz de cumplir con todos los requisitos.
En segundo lugar señalamos las condiciones sociales del Lugar de la Mancha, y veíamos como las tales condiciones, por ser muy restrictivas, limitan a un pequeño número las poblaciones candidatas y con posibilidades; señalando también las concordancias existentes con la zona delimitada.
En tercer Lugar aportamos el testimonio de Lope de Vega; pues analizando un oscuro soneto puso a la Membrilla como el Lugar de la Mancha. Y también está, al respecto, el testimonio del que era su secretario en las academias de Madrid, el joven Castillo Solórzano (que llamó a Góngora Rocinante, al decir que era “el de la Membrilla”).
Por último, y con respecto a la Membrilla, invitábamos al viajero a seguir la intención de Cervantes (que nunca quiso dar fama a esa población); y le decíamos que lo de la Membrilla no era testimonio de Cervantes sino de Lope.
En cuanto al Prequijote (el proyecto conjunto) exponemos en primer lugar las referencias que del mismo existen en los preliminares de los Quijotes; y también algunas otras que hay en el texto de los quijotes, especialmente en el Quijote de Avellaneda. Concluimos diciendo que su existencia queda más que probada tan solo con los testimonios de Cervantes y de Avellaneda.
A continuación presentamos (con citas del Quijote) el momento en el que Cervantes se hace cargo, él solo, del término y continuación del Quijote; analizando de paso el origen de los personajes de la novela.
Después interpretamos, a la nueva luz del Prequijote, algunos poemas y textos.
Por fin, después de demostrar la indudable relación que hay entre la Segunda Parte de Cervantes y el Quijote de Avellaneda (Cervantes la copió), concluyendo con la afirmación de Cervantes (prólogo de Las Ocho Comedias): al nuevo Don Quijote le asenderearon en Tarragona.
Y como guinda ponemos que Cervantes también copió de la despedida del prólogo de Avellaneda (un latinajo muy raro) para despedida de la dedicatoria en Las Comedias; haciendo con eso a Lemos un guiño claro.
Y para el apócrifo presentamos a su autor: D. Pedro Fernández de Castro, VII Conde de Lemos.
Primero repasamos todos los datos ciertos de Avellaneda, todas las coincidencias de lo se ha dicho de él, y su encaje con el autor propuesto; especialmente en lo referente a su poder, su cultura y estilo literario, a la razón de su anonimato, su edad, su relación con Tordesillas, con el Rosario, con Lope, con Aragón...
Sigue el aporte de otras pruebas: era licenciado, tenía posibles, el Viaje del Parnaso testifica que Lemos daba obras a la fama (ergo, había publicado), el acróstico y razón de Frestón, las coincidencias de nombres y apellidos de Lemos y Avellaneda (Pedro y Fernandez), el elogio de los Sandoval, las referencias que hay en el Quijote a la Academia de los Oziossi de Nápoles, la referencia a Esquivias (el domicilio de Cervantes en 1600) en el soneto de Avellaneda, etc.
Por fin damos explicación a los insultos, demostrando que fueron exigidos por el mismo Castro; citamos allí un pasaje del Quijote en el que veladamente dice Cervantes como tuvo que ensanchar su “sátira” con esas ofensas. Y aportamos como prueba la simetría contraria que hay entre el insulto a la pluma de Avellaneda del Quijote y la alabanza que hizo Lope de la misma, en la Filomena, etc.
Seguidamente, a la luz de Lemos, analizamos textos del Quijote; y aunque las referencias sean claras, decimos que las tales prueban poco, al poder ser aplicadas también al Lemos mecenas.
Sigue la tesis central y principal valor de este comentario, con la parodia que presetó Cervantes con Altisidora. Cervantes narró un encuentro en el Viaje del Parnaso y, tres días antes de morir, en el prólogo del Persiles; fue su primer encuentro con Castro. Mediante Altisidora enganchó el encuentro con Lemos; fundamentalmente por lo “propio” de su nombre, pero también por el ocio... La fijación de Avellaneda con la ociosidad solo es comparable a la de Lemos.
La fecha de nacimiento de Altisidora da la del “encuentro”, entrando ahí los 24 años, el ser rico, principal, enamorado, soldado, casi estudiante, aficionado a la poesía, autor de comedias, cuenta también el paralelismo de los textos, el testimonio de los tercetos de Argensola... y sobre todo el cuello de gorgoranes. Quevedo, en el Sueño del Juicio, señaló a Lemos de una determinada manera (cuello, derecho...); y Cervantes, copiando esa identificación, lo vuelve a hacer, y casi con las mismas palabras de Quevedo (incluso llamándole mancebo, cuando ya no lo era).
Después de explicar la afición de Cervantes a vestir ideas con personajes: “...fui el primero que
representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma...” analizamos lo que visten los poemas del prólogo y epílogo de la Primera Parte del Quijote.
Estudiamos esos poemas del Quijote, en los que la crítica nunca ha entrado. A tal propósito damos las claves: por ejemplo que el Gran Quijote es Cervantes, el Invicto caballero en tiernos años es Cervantes de Joven; Dulcinea, entre otras cosas es un nombre burlesco y ofensivo (para Lope de Vega), aunque también puede ser la Fama y el mismo libro del Quiojote...
Argüimos con pocas pruebas la opinión, pero la lectura se ilumina y toma sentido; y empero objeciones, limpiamos el Quijote de mucha estupidez y de la pretensión de interpretar esos versos por el texto y argumento del libro.
También ponemos lengua en varios sonetos y otros versos cultos del Quijote, tampoco analizados ni abordados nunca por la crítica. Algunos quedan definitivamente aclarados y resueltos, pues aporta la solución de los mismos Cervantes, que la dejó patente en otros capítulos del Quijote.
El apartado final repasa algo del texto, de las frases y de la interpretación del Quijote; e incluso elocubra. Muchas ediciones pontifican e intervienen en el texto del Quijote con menor base (“...sobre él vía...”)... La conclusión y propuesta es dejar el Quijote tal como está escrito y marca la tradición del siglo XVII y XVIII; porque “vía” era entonces un tiempo del verbo ver, etc.
Mucho de esto no es nuevo, como lo de “vía”, lo de los Argensola, lo de Esquivel...; pero además de añadir datos, pruebas y más personajes los rescatamos en el comentario de esta “valiente” edición (en el sentido que diese Cervantes a la palabra).