185 pp., 19 x 14 cm., ejemplar para encuadernar, sin cubiertas ni lomo, se justifica por su escasez y su hermoso compendio histórico para el bibliófilo.
Contenido:
El libro vivo
Los haz memoria
Los objetos que hablan
Una carta de imágenes
Escritura en jeroglífico
La emigración de las letras
1. El libro vivo
¿Cómo era el primer libro?
¿Estaba impreso o escrito a mano?
¿Estaba hecho de papel o de cualquier otra materia?
Si existe todavía, ¿en qué biblioteca se le podría encontrar?
Se dice que hubo una vez un hombre tan ingenuo que quiso buscar en todas las bibliotecas, del mundo este primer libro. Pasaba días enteros hurgando entre montones y montones de libros carcomidos y amarillentos por los años. Sus ropas y sus zapatos estaban cubiertos por una espesa capa de polvo, como si acabara de realizar un largo viaje sobre una carretera polvorienta. Al fin, encontró la muerte al caerse de una de esas grandes escaleras que se apoyan contra los estantes de las bibliotecas. Pero aún cuando hubiera vivido cien años más, sus búsquedas no hubiesen conducido a nada. El primer libro estaba ya podrido en la tierra, muchos millares de años antes de que él hubiese nacido.
Este primer libro no se parecía en nada a los de nuestros días. Tenía manos y pies, y no descansaba sobre un estante: sabía hablar y hasta cantar. En fin, era un libro vivo: era el hombre.
En aquellos tiempos, cuando los hombres no sabían leer ni escribir, cuando no había ni libro, ni papel, ni tinta, ni pluma, las tradiciones de los antepasados, las leyes y las creencias no se conservaban sobre los estantes, sino en la memoria de los hombres.
Estos morían, pero las tradiciones les sobrevivían, y se trasmitían de padres a hijos. Al pasar de un oído a otro, las historias cambiaban un poco: se añadía y se olvidaba. El tiempo las pulía como el agua de un río pule las piedras. La leyenda de un bravo guerrero se convertía en la historia de un gigante, que no temía ni a los venablos ni a las flechas, que recorría los bosques como un lobo y volaba sobre la tierra como un águila.
En los más lejanos rincones del mundo hay todavía viejos y viejas que cuentan historias de las cuales no encontraremos jamás la huella de que hayan sido escritas; estas historias se llaman cuentos de hadas y leyendas.
Hace mucho tiempo, en Grecia, se tenía la costumbre de cantar la Ilíada y la Odisea que eran las historias de la guerra entre los griegos y los troyanos. Y transcurrieron siglos antes de que se escribiera lo que se cantaba.
Un cantante, o trovador como los griegos lo llamaban, era siempre bienvenido a una fiesta.