Una pieza de calidad y presencia museística. Esta escultura de un tucán, proveniente de la prestigiosa fundición vienesa de Franz Xaver Bergmann, es un ejemplo superlativo del naturalismo y la maestría técnica que hicieron célebres a estos talleres. La obra destaca por su gran formato, su extraordinario nivel de detalle y, muy especialmente, por el excepcional estado de conservación de su policromía original "pintada en frío". Es una pieza de capital importancia para cualquier coleccionista de bronces vieneses.
Franz Xaver Bergmann (1861-1936) fue el propietario de la fundición de bronces más famosa de Viena a finales del siglo XIX y principios del XX. Si bien es conocido por sus escenas orientalistas y eróticas, una parte fundamental y muy apreciada de su producción fue la creación de figuras de animales de un realismo asombroso.
Estas esculturas eran codiciadas por una clientela burguesa fascinada por la zoología y los descubrimientos de mundos exóticos. La fundición Bergmann se distinguió por un nivel de detalle insuperable y por el virtuoso uso de la técnica de la policromía en frío. A diferencia de las pátinas tradicionales, esta consistía en aplicar capas de pintura sin cocer una vez la pieza estaba fundida, lo que permitía una riqueza de color y un naturalismo extraordinarios. Las obras marcadas con el sello de la fundición, como esta, son garantía de la máxima calidad de la época.
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