Ariadne no puede creerlo: ¡su tío abuelo es literalmente tragado por la tierra ante sus ojos! Sospecha que tiene algo que ver con sus saltos en el tiempo. Y que ella es la única que puede salvarlo. Pero para ello necesita la ayuda de Moritz, que es muy dulce como viajero en el tiempo, pero no precisamente un talento. Y tienen que vérselas con un poderoso adversario...