Homenaje al ateneísta Blas Infante. Edita Ateneo de Sevilla con el patrocinio de la Consejería de Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía. Imprime El Adalid Seráfico. Primera edición. 2004.Que Blas Infante fue un gran ateneista no lo vamos a descubrir a estas alturas; sin ir más lejos, en el propio Diccionario de Ateneistas / tenemos cumplidas referencias de su ateneísmo escritas por José Hurtado Sánchez. Todo comenzó, al parecer, en 1909 en el discurso de Mario Méndez Beiarano en los Juegos Florales del Ateneo. Recientemente hemos reeditado el Discurso, con trabajos introductorios de José Vallecillo, Alberto Ribelot y Enrique Iniesta. El escolapio nos dice que en la butaca del Teatro San Fernando estaba en aquellos primeros de mayo de 1909 un muchacho de 24 años que oyó al mantenedor: El mantenedor que levantaba glorias ignoraba todo el revuelo que acababa de avivar en Blas Infante Pérez. Le había llegado curioso y se le va sofocado y decidi-do, hallado el motivo de su vida. Después vendrían las visitas al Ateneo, el alta de socio, las colaboraciones en Bética, la presidencia en 1916 de la Sección de Ciencias Morales y Políticas, la presentación a la propia sección del Ideal Andaluz... Teníamos motivos para publicar un homenaje al ateneista Blas Infante al igual que hemos hecho ya con otras figuras señeras de nuestra gloriosa nómina de socios, como Blasco Garzón, Collantes de Terán, Alfonso de Cossio, Manuel Giménez Fernández, Manuel Halcón, Jesús Pabón, Ignacio de Lojendio, José Maza, y varios más. Que no en vano nos hemos propuesto una intensa labor de recuperación de nuestra memoria histórica. El último de ellos, bien reciente, a Juan Ignacio Luca de Tena. En este caso no hemos seguido el camino habitual. Los anteriores fasci-culos de homenaje fueron el resultado de sesiones académicas en las que contadas personas en cada una de ellas hablaron de la figura y de la personalidad del homenajeado. Ahora hemos optado por un procedimiento distinto; hemos solicitado colaboraciones a muchas personas relevantes de distintos ámbitos políticos, culturales y sociales, pidiéndoles que glosaran con brevedad la persona y la obra de Blas Infante o algunas ideas referidas a Andalucía, con la que él soñó y por la que terminó dando la vida. El poder de convocatoria del Ateneo, como en el caso de los Diccionarios de Ateneistas / y II, se evidencia en el número de las colaboraciones recibidas y en la personalidad de quienes han accedido a nuestro ruego. Algunas ausencias existen, cómo no; pero en estos casos la ausencia no es argumento contra el que pide, sino contra quienes no dan, sin duda por razones justificadas. Por otra parte no podíamos acudir a todos cuantos merecerían estar aqui, porque entonces la extensión del número de colaboraciones hubiese desbordadolas previsiones iniciales y posibles. El Ateneo nació con vocación de servicio a la cultura y a la sociedad. De servicio, por supuesto, a Sevilla y bien que ha cumplido su compromiso; pero también de servicio a Andalucía y, cómo no, a España. En lo de Andalucía estuvimos antes y siempre, y estamos ahora con este fascículo cuya edición nos sufragó la Consejería de Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía También lo hemos estado, por ejemplo, al hermanarnos recientemente con los Ateneos de Cádiz y Córdoba y lo estaremos al hacerlo en breve con el de Almería. Voces plurales, de distintas procedencias andaluzas, para el encuentro en el respeto a la figura y a la obra de aquel gran ateneista que fue Blas Infante. Nuestro agradecimiento a todos cuantos accedieron a participar en este proyecto desde sus altas responsabilidades institucionales o desde sus diversos ámbitos culturales y sociales. En especial a la ateneista María Ángeles Infante que siempre me habla del Ateneo con la emoción de quien sabe lo que nuestra Casa significó, en su día, para la persona que está en el centro de su emoción y de su veneración personal.