En este libro, Max Gallo explica a su hijo el amor por Francia, abordando la especificidad francesa en el contexto de Europa y la globalización. Gallo argumenta que, al aprender a amarse a sí misma sin chauvinismo ni concesiones, Francia será capaz de abrirse al mundo y a los demás, ya sean inmigrantes o vecinos. El autor justifica su amor por Francia, mostrando que este amor no es incompatible con una visión abierta y global.