Este libro de Jim Cummins aborda la movilidad de la población y cómo esta influye en los sistemas escolares, donde los estudiantes monolingües son cada vez menos comunes. Se plantean retos para los docentes y responsables políticos sobre la enseñanza en contextos lingüística y culturalmente diversos. Se examinan temas como el tiempo necesario para dominar una segunda lengua, las diferencias entre la fluidez conversacional y el dominio académico, y las medidas necesarias para evitar la discriminación del alumnado de otras culturas e idiomas. Además, se discute el papel de la lengua materna en el currículo y la efectividad de los programas de educación bilingüe para niños pobres en ambientes de lenguas minoritarias. Cummins destaca la influencia de las relaciones de poder en la sociedad en las interacciones entre docentes y alumnos.