En 'Manuel de pintura y caligrafía', José Saramago nos presenta a H, un pintor convencional que recibe el encargo de retratar a S, el director de una gran empresa. Consciente de sus limitaciones y frustrado por la mediocridad de su arte, H se embarca en una profunda reflexión sobre el sentido de su existencia y su vocación. En secreto, comienza a pintar un segundo retrato de S mientras escribe un diario personal. A través de este proceso, H descubre que al pintar a otro, se está pintando a sí mismo, y que la escritura lo lleva hacia el arte. Este diario entrelaza la vida y la obra de H, difuminando las fronteras entre realidad y ficción, verdad y mentira, ofreciéndonos una reflexión sobre la relación entre la vida, el arte, la ética y la estética.