En un fin de semana de compromiso entre Lynley y la fotógrafa Deborah en Howenstow, la casa ancestral de los Asherton, un joven periodista es brutalmente asesinado en un pueblo cercano. Todas las pistas apuntan a Howenstow, al administrador del conde, a los invitados de Lynley e incluso a su propio hermano. En la búsqueda del culpable, Lynley y St. James se ven envueltos en una red de hostilidades reprimidas, sentimientos de culpa no admitidos y moral hipócrita.