En los años 80, una nueva droga hizo su aparición en los ambientes nocturnos: el MDMA, conocido como éxtasis. Esta píldora del amor provocaba extraños efectos: sofocos, ganas de bailar toda la noche con música tecno, necesidad de acariciar a la gente, rechinar de dientes, deshidratación acelerada, angustia existencial, intentos de suicidio, propuestas de matrimonio. Era una droga dura con una subida y una bajada, como en las montañas rusas o los relatos de ciertos escritores estadounidenses. El autor de este libro ya no la consume y desaconseja al lector que la pruebe: no solo el éxtasis es ilegal, sino que además daña el cerebro, como demuestra esta colección de textos escritos bajo su influencia. ¿Y acaso necesitamos una pastilla para contar nuestra vida a desconocidos, cuando tenemos la literatura para eso?