En este estudio, Susan Gubar demuestra cómo la famosa prohibición de Theodor Adorno de escribir poesía después de Auschwitz inspiró paradójicamente una tradición literaria continua. Desde la década de 1960 hasta el presente, a medida que el Holocausto retrocedía hacia un pasado europeo más remoto, escritores norteamericanos y británicos lucharon por mantener viva su memoria. Muchos escritores contemporáneos han lidiado con las consecuencias personales, políticas, éticas y estéticas del desastre. A través de versos confesionales y reinvenciones de la elegía, así como poemas documentales sobre fotografías y juicios, los poetas sirven como testigos indirectos de eventos que no experimentaron de primera mano. Al hablar sobre o incluso como los muertos, estos hombres y mujeres de letras dilucidan lo que significa citar, reconfigurar, consumir o envidiar los recuerdos traumáticos de una generación anterior.