En julio de 1997, Hong Kong dejó de ser una colonia británica y revirtió a la República Popular China. Cinco millones de personas perdieron su estatus como súbditos británicos y se convirtieron en ciudadanos de una Región Administrativa Especial de la República Popular China. Siempre estuvo claro que los últimos cinco años del dominio británico estarían llenos de incertidumbre. Por esta razón, el nombramiento del ex presidente del Partido Conservador, Chris Patten, en junio de 1992 como el último gobernador de Hong Kong, fue recibido con una aprobación generalizada. Con acceso raro y privilegiado al gobernador y su equipo, el autor proporciona una visión de los eventos que llevaron a la entrega, incluyendo las razones por las que las relaciones entre China y Gran Bretaña estaban en su punto más bajo durante una generación. La situación se sitúa en su contexto humano e histórico.