- Siempre se ha dicho que en las actividades complejas que hacemos es necesario poner los cinco sentidos para no incurrir en la inconsciencia, en la chapuza y en la negligencia más ruinosa. Pero una cosa es decirlo y otra bien distinta es ponerla en práctica. Leer es, sin duda alguna, una actividad muy compleja. Mucho más que escribir, desde luego. De ahí que, al enfrentarnos con un libro, requiramos la concitación de los cinco sentidos. El problema práctico radica en saber con cierta proximidad qué es lo que se puede hacer realmente con la vista, con el oído, con el olfato, con el gusto y con el tacto, mientras leemos. ¿Lo sabemos?