- Panóptico es el teatro del ojo. Una vaca, un cuchillo y Argos disputan la realidad sobre una página que es potrero y frigorífico: el blanco respira, el negro marca a fuego. Entre biología y mito, los poemas cortan y suturan una gramática de acero ganchos en S, rieles en H, carne al vacío hasta oír mugir a la letra. Argos observa y, al parpadear, pierde: la carne piensa, el lenguaje sangra, el vacío se curva. Del estampido negro al mugido blanco, el libro convierte el despiece en partitura. No es un experimento frío: laten cuatro kilos de corazón; hay pan tibio, jabón de madre. Al cerrar, persiste una respiración mínima un que nos mira y la pregunta que abre todos los bordes: ¿quién observa al observador Leer con todos los ojos: ese es el rito