- La Iglesia «no puede atravesar el umbral del nuevo milenio sin animar a sus hijos a purificarse, en el arrepentimiento, de sus errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes». Ahí está la historia del pecado, que es siempre ruptura y ha producido la dolorosa división de los cristianos. También hay que recordar los métodos contrarios al Evangelio, especialmente los de intransigencia y violencia; asimismo las responsabilidades presentes que tenemos los cristianos en la atmósfera cultural de indiferencia y secularismo, en el campo ético, las incertidumbres y desviaciones en la vida espiritual y en la rectitud teologal de la fe, la falta de testimonio individual y colectivo al servicio del hombre, etc.