FACSIMIL
Edición limitada: 898 ejemplares
Encuadernación: Encuadernación artesanal en delicado terciopelo rojo con cierres de flor de lis. Protegido en una caja de terciopelo azul con estampado dorado.
Comentario: 1 volumen de Carlos Pérez González, Juan J. García Gil y Pablo Molinero Hernando
Idioma: Español
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Cosmografía de PtolomeoLa Cosmographia, obra geográfica del sabio grecorromano Claudio Ptolomeo (ca. 100–170 d.C.), fue una de las contribuciones más influyentes del pensamiento científico de la Antigüedad. Aunque escrita en el siglo II, permaneció perdida y olvidada durante más de mil años, hasta su redescubrimiento en el Renacimiento italiano, época en la que fue ampliamente traducida, reinterpretada y ricamente ilustrada.
Uno de los ejemplares más excepcionales de esta obra se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia, en París. Fue producido hacia 1490 en Nápoles por encargo de Andrea Matteo III Acquaviva, un noble apasionado por el arte y la ciencia. Este códice refleja completamente el espíritu del Renacimiento: combina los saberes científicos del mundo clásico con la elegancia artística del momento.
Lo que distingue a este ejemplar es su formato inusualmente pequeño para una obra geográfica (aproximadamente 26 × 14 cm), que lo hace más accesible y manejable. Sin embargo, más que una herramienta científica, esta edición fue concebida como un objeto de lujo y colección, con una impresionante riqueza decorativa.
Claudio Ptolomeo fue un polímata del mundo grecorromano: matemático, astrónomo, geógrafo, filósofo y más. Sus obras, como el Almagesto (catálogo estelar), marcaron profundamente el desarrollo científico de siglos posteriores. Su Cosmographia representaba una descripción del mundo y del universo que integraba saberes de la geografía, astronomía, astrología y geología, según la visión del cosmos en la Edad Media.
Cuando esta obra fue redescubierta en el siglo XIV, fue traducida al latín por Jacopo Angelo, lo que facilitó su difusión en Europa. Fue entonces ampliamente recibida por los humanistas y académicos, quienes no solo la estudiaron, sino que también la reprodujeron como manuscritos ricamente iluminados, evidenciando su relevancia tanto científica como artística.
El encargo de una edición tan espléndida de la Cosmographia provino de Andrea Matteo III Acquaviva, duque de Atri, perteneciente a una de las familias más influyentes del Reino de Nápoles. Era un noble renacentista típico: amante de los libros, mecenas de las artes y estudioso.
Su objetivo era poseer un atlas que fuera tanto útil como artísticamente impresionante. Aunque se buscó un formato más portátil y manejable, esta edición superó su propósito inicial como instrumento científico para convertirse en una obra de arte en sí misma, gracias a su decoración lujosa y diseño refinado.
El trabajo artístico fue encargado a Bernardo Silvano d'Eboli, geógrafo y humanista de Nápoles. A diferencia de otros mecenas de la época, Acquaviva prefirió trabajar con un artista local, sin seguir necesariamente los estilos predominantes de Florencia.
Silvano embelleció la obra con miniaturas de alta calidad, donde destacan una personificación de la Geografía y un retrato de Ptolomeo. Estas ilustraciones están enmarcadas con ornamentos ricamente decorados, acompañados de iniciales doradas y símbolos heráldicos de la familia Acquaviva, integrando así la identidad del mecenas en la obra.
El códice es un ejemplo sobresaliente de la iluminación renacentista napolitana, con atención meticulosa al detalle, equilibrio cromático y una profunda sensibilidad estética.
La sección más destacada del manuscrito es, sin duda, la cartográfica. Esta parte del códice incluye:
Todos los mapas están enmarcados y a doble página, mostrando un equilibrio entre precisión geográfica (según los conocimientos de la época) y esplendor artístico. Estos mapas no solo representaban territorios, sino que también transmitían una cosmovisión heredada de la Antigüedad clásica y adaptada al Renacimiento.
Tal fue el atractivo de esta obra que terminó en posesión de Francisco I de Francia (1494–1547), gran coleccionista de arte y manuscritos, lo que explica su actual conservación en la Biblioteca Nacional de Francia, donde se considera un tesoro cultural.
Este códice no solo es una reconstrucción del conocimiento geográfico antiguo, sino también una muestra sublime de la unión entre ciencia, arte y mecenazgo renacentista, lo que le ha permitido sobrevivir como una pieza excepcional de la historia intelectual y artística de Europa.
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