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El genio de Alejandro Magno (Nicholas Hammond) Javier Vergara Editor. 1998. 1ª edición. Buenos Aires

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El genio de Alejandro Magno

Autor: Nicholas Hammond

Javier Vergara Editor

1998

1ª edición

Buenos Aires. Argentina

Tapa dura

Sobrecubierta

23 x 16 cm.

303 pág.

Muy buen estado!

Sobrecubierta algo rozada

El genio de Alejandro como comandante es indiscutible. La manera en que se abrió paso a través del desfiladero de Hemo, atravesó el Danubio y dispersó a los getas, y cómo replegó su ejército a través del paso del Lobo sin perder un solo hombre en las tres operaciones no tiene paralelo. ”
 
Los biógrafos de Alejandro Magno suelen valorar, ya sea en sentido positivo o negativo, al rey macedonio principalmente en función de los hechos que llevó a cabo una vez cruzado el Helesponto. Granico, Issos, Gaugamela, las campañas en Bactria y Sogdiana, en la India… No deja pues de sorprender la rotundidad con la que, apenas leída la cuarta parte de este libro, en la que se nos presenta a un Alejandro que está aún en su primer año de reinado, su autor se pronuncia sobre las cualidades militares del hijo de Filipo, enfrascado en la pacificación de los territorios de Tracia e Iliria. Para el autor, Alejandro es literalmente un genio.

Quien así se expresa es Nicholas Geoffrey Lemprière Hammond, eminente historiador británico que dedicó buena parte de su longeva vida (murió en 2001 a los 94 años) al estudio minucioso de la historia de la Grecia antigua en general (es autor del voluminoso A history of Greece to 322 B.C.), de Macedonia en especial (A history of Macedonia, 3 volúmenes) y de Alejandro en particular (sobre todoAlejandro Magno. Rey general y estadista, que para muchos es el mejor estudio que se ha hecho sobre el Magno). Este último libro se halla agotado en España desde hace tiempo y, extrañamente, no ha sido reeditado en estos últimos años; digo “extrañamente” porque hubiera sido fácil para la editorial apuntarse al aluvión de publicaciones “alejandrísticas” que en muy corto período de tiempo han inundado las librerías.
 
Por tanto, la afirmación reproducida en la cita inicial, tan tajante y a las primeras de cambio, no parece ahora fuera de lugar y merece al menos ser considerada, siendo su autor quien es. N.G.L. Hammond y su libro Alejandro Magno. Rey, general y estadista son punto de referencia obligado no ya para el lector interesado, sino probablemente para todo especialista en la materia. El genio de Alejandro Magno, publicado 17 años después (que van de 1980 a 1997) es, como él mismo lo define, una especie de resumen actualizado de aquél, que además va dirigido a un público más amplio. Resumen porque es más corto pero también porque el aparato crítico es menor; actualizado porque en él recoge el resultado de las investigaciones llevadas a cabo en esos 17 años plasmadas en al menos dos libros más, y se concluyen algunas cuestiones que en el primer libro habían quedado abiertas; y dirigido a un público más amplio porque efectivamente la prosa es fluida, el texto ameno y no existen notas a pie de página. Hammond confiesa haber escrito “un relato sobre Alejandro que pudiera estar más próximo a los hechos reales de su vida y a la índole de su personalidad. Dado que el cuadro que surge es el de un hombre que hizo más que ningún otro individuo para cambiar la historia de la civilización, he titulado mi libro El genio de Alejandro Magno”.
Sin embargo, no conviene pensar que nos encontramos ante un libro fácil: el texto rezuma erudición a cada párrafo, y los datos van y vienen casi a la misma velocidad a la que el propio Alejandro era capaz de moverse en campaña. Hammond realiza, a medida que avanza por la vida de Alejandro, un profundo y detallado análisis de las fuentes de las que mana la información, e incluso de las fuentes de las fuentes, y lo hace de tal manera y con tal aplomo que en ningún momento parece estar elucubrando o construyendo sobre castillos en el aire, sino todo lo contrario. Da la sensación de que, de no haberse contenido tanto, el resultado habría sido un libro bastante más voluminoso. Especial interés parece tener Hammond en los números, sobre todo los relativos a la composición del ejército en las batallas, batallitas, escaramuzas y operaciones militares varias; a la logística, el abastecimiento de la tropa, las levas, las comunicaciones… Todo ese cúmulo de datos delata un profundo trabajo de investigación previo que no se limita a la simple lectura y cotejo de los textos de Arriano, Plutarco, Diodoro, etc. Delata, sin duda, toda una vida dedicada al estudio de la época de Alejandro.
Si hay algo que lamentar y mucho, es la escasez de mapas y la no demasiado cuidada presencia de los que hay. El libro es un continuo recorrido a lomos de Bucéfalo (metafóricamente hablando, claro), con continuas referencias a ciudades, regiones, movimientos de tropas, distancias, tiempo en recorrerlas… Si de este humilde reseñador hubiera dependido, habría añadido un gran mapa despleglable con el detalle de todos los topónimos que aparecen en el texto. Hay que decir, sin embargo, que la edición que yo he manejado es de bolsillo; es posible que este aspecto haya sido más trabajado en alguna edición de formato más grande, que creo que la hay (al menos en inglés). Por otro lado, la ausencia de notas al texto también supone un cierto lastre para quien quiera profundizar más en algún tema particular; pero el libro ha sido pensado así por el propio autor, precisamente para que tales elementos no disturben al “lector común”, como él mismo dice. Sea pues.
El libro no habla más que de pasada de la personalidad de Alejandro Magno, tema éste tan traído y llevado por algunos y más adecuado para la novela que para el ensayo. Apenas le dedica unas páginas en el último capítulo, pero ni siquiera en ellas son abordadas las teorías sobre la dependencia enfermiza de las opiniones de su madre, o su deseo desmedido por emular a los héroes homéricos, o su gusto o disgusto por uno u otro sexo. En cambio, en el libro sí se habla de su benevolencia y capacidad de perdón para con los vencidos, sin precedentes hasta entonces y no superadas por nadie; o de su habilidad estratégica y de improvisación en los enfrentamientos con el enemigo, o de su solvencia y efectividad en cualquier tipo de acción bélica, fuera batalla, escaramuza, emboscada o asedio. También se desmarca de la mayoría de biógrafos del macedonio al no hacer el hincapié que ellos hacen en ciertos hechos o aspectos de su vida, sobre los que Hammond pasa de puntillas y dedicándoles apenas unos párrafos (el episodio del nudo gordiano, la figura de Memnón o el oráculo de Siwah, entre otros).
Sobre lo que sí se pronuncia, y de nuevo desmarcándose de la mayoría, es sobre ciertas acciones de Alejandro con las que la opinión general suele no ser benevolente y son usadas como argumentos para pintar una imagen agria del conquistador. Vale la pena detenerse un poco en ello:
Así por ejemplo, la destrucción de Tebas una vez tomada la ciudad (que muchos tildan de escarmiento desproporcionado a la patria de Píndaro motivado únicamente por una sed de venganza excesiva del Magno) fue en realidad, según Hammond, decisión del Consejo de los Griegos formado por las demás polis griegas, y que él ejecutó como hegémon o líder del mismo.
Otro ejemplo: el incendio de la capital persa Persépolis no fue un arrebato nacido de una borrachera ni fue instigado por la hetaira Tais, sino que obedeció a una acción represiva perfectamente premeditada y calculada.
Otro ejemplo más: la orden de asesinar a Parmenión simplemente por ser el padre de quien había conspirado contra él, acto calificado por muchos como despiadado y cobarde, fue en realidad el resultado de un juicio cuyos jueces fueron 6000 macedonios; eso por no mencionar que era práctica habitual ejecutar a los parientes varones de cualquiera que hubiera sido condenado por traición.
Y otro: el continuo avanzar de Alejandro hacia el este no era una especie de carrera sin fin, dejándose llevar sin más por ese sentimiento de pothos (impulso irracional de querer siempre más, de avanzar siempre más allá, de no estar nunca saciado), sino que respondía a lo siguiente (Hammond lo razona estupendamente): Aristóteles, maestro de Alejandro, estaba convencido de que la tierra habitada estaba rodeada por el océano; a ese océano es al que quería llegar Alejandro para tener así asegurada la frontera oriental de los territorios conquistados. Atendiendo a los cálculos geográficos de su maestro (ciertamente erróneos), el objetivo podía culminarse en un par de campañas avanzando hacia oriente.
En el libro de Hammond, por tanto, (casi) toda la irracionalidad, inconsciencia, impulsividad, crueldad, infantilismo o desequilibrio emocional de Alejandro se convierten en capacidad, previsión, liderazgo, rapidez de cálculo, habilidad, inteligencia y autoridad. Y tal conversión se hace de manera razonada y con datos precisos.
El genio de Alejandro Magno proporciona, en conjunto, una imagen del macedonio bastante positiva pero siempre con los pies puestos en la tierra. Conjuga amenidad con rigor, tiene el prestigio de su autor como valor añadido y el precio es apto para todas las conciencias. Por lo tanto, no sólo no supondría ningún error para nadie su adquisición e incluso su lectura, sino todo lo contrario.

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