Carme Chacón vivió siempre como si no tuviera el corazón al revés. Estaba hecha de esa pasta que sella el coraje con sentimiento y la disciplina con entusiasmo. No lo tuvo fácil. Luchó y mucho. Trece médicos asistieron a su nacimiento. Los primeros días ni le pusieron nombre, pero sobrevivió.