El 1 de abril de 1939, con el ejercito rojo preso y cautivo, los ejercitos nacionales de Franco obtuvieron una victoria incondicional, pero no por ello vino la paz para todos los españoles que habian participado en la cruenta y prolongada guerra civil. Los vencidos, a no ser que pudieran demostrar ser afectos al nuevo regimen que se implantaba, fueron objeto de sospecha y persecucion, porque la nueva-vieja España debia ser purificada de la mala hierba que tanto habia crecido durante la epoca republicana. Se inicio una politica sistematica e implacable de exterminio, represion, depuracion y regeneracion de todos los rojos o sospechosos de serlo, avalada ideologicamente por las teorias de fervorosos psiquiatras que abogaban por la higienizacion de la verdadera raza hispanica.Sin posibilidad de defensa, los vencidos debieron refugiarse en el silencio, el retraimiento, la perdida de identidad y la interiorizacion de la memoria historica, preocupandose sobre todo de sobrevivir en circunstancias adversas y sin perspectivas de un futuro mejor.El miedo fue el sentimiento mas generalizado, miedo a la denuncia, a la detencion, al encarcelamiento y la tortura, y a la ejecucion. Un miedo que, junto al hambre, determino toda una patologia social y la necesidad de una resistencia que, pese a su inoperancia, permitio a muchos mantener sus señas de identidad y transmitir su experiencia a generaciones posteriores.