García Blanco, Manuel: América y Unamuno, Madrid, Gredos, 1964, Rústica, 434 pág, 24x17
Don Miguel de Unamuno nunca llegó a pisar suelo americano. Varias veces, cuando ya la partida parecía inminente, se contuvo o le contu-vieron. Sin embargo, no se puede negar, pues él mismo lo dice, que vivió largamente atraído per América, por sus tierras, sus gentes, su cultura, sus destinos. Entre sus predilecciones literarias y sus amieos hubo muchos de aquellos países y algunos dejaron su huella en él.
García Blanco, incansable estudioso de Unamuno, ha logrado reconstruir con rara fidelidad las relaciones amistosas o literarias que unieron al gran escritor vasco con diversas personalidades del Nuevo Mundo, de habla castellana la mayoría: Gálvez, Rubén, Reyes, Rojas, Vaz Ferreira. etc.), o inglesa (Whitman, Sandburg. etc.) Las cartas cruzadas entre Unamuno y sus amigos, las reseñas, notas o artículos en Que dejó constancia de sus lecturas, las dedicatorias de libros, son como portillos que permiten entrar en la vida del autor y llegar a su intimidad. Mirado en sus cartas, don Miguel es mina inestimable: pocos se dan tan por entero en esa tarea y comunican tal fuego a lo que tocan. Fstas níqinas abundan, pues, en confesiones valiosas (concepción unamuniana de la poesía, por eiemplo), en desahogos y en ¡deas muy sentidas. El tema de la poesía gauchesca, los problemas de la lengua castellana en América, son del mayor interés. Pero acaso todo palidezca ante la confesión oue le arrancó a Unamuno la muerte de Rubén Darío. Ahí vemos al coloso llorando, acusándose de incomprensión y de injusticia para el desaparecido. Una pobre, una temblorosa criatura torturada por el arrepentimiento. Y en esa humildad la grandeza de a'rr.a de todo un hombre.