La lengua, además de ser un elemento fundamental de la identidad de un individuo y de la cultura de un pueblo, es también un instrumento de poder, un instrumento político. El destino de las lenguas vernáculas en España ha seguido, sobre todo desde el siglo pasado, los avatares de los cambios políticos, atravesando períodos en que la legislación se hace más permisiva y otros, mucho más largos, marcados por el sello de la intolerancia.
El autor es catedrático de Lengua Española En la Unv. de Valenciennes (Francia).